Articulo escrito por Eva Fernandez coach de crecimiento personal y familiar.
¿Has visto como se le iluminan los ojos a un niño cuando está a punto de estrenar unos zapatos o de ir a una excursión que le ilusiona? ¿o algo tan simple como aprender a hacer un lazo, cuando ve que ya le sale bien?
Se concentran y tienen tanta energía que serían capaces de dar luz a una central eléctrica. Y es que todo en su ser está activo, preparado para crecer, y dar paso a ese adulto que se supone aportará lo mejor de sí, no sólo a su entorno, sino al Universo entero.
Por contraste, ¿qué le pasa al agua si está estancada? Sí, se pudre.
Cada uno de nosotros tenemos el poder de crear Vida para que se expanda, o hacer que ésta se estanque y se pudra.
Lo innato es seguir creciendo, creciendo como personas.
Parece que la sociedad nos grita, cuando no impone, que si eres adulto, ya has llegado al tope.
Hay una edad, cuando ya te acercas a la tercera década, que parece que tienes que tener ya asentada la vida. Nos olvidamos de que cada uno somos único y que cada historia también lo es.
Y en esa historia hay también un proceso único.
Soy madre de siete.
Me acuerdo cuando llevé a mis pequeñas a la revisión rutinaria del pediatra.
Me preguntaron si les había introducido el huevo en la dieta y con naturalidad asentí.
Ante la exclamación asustada de la enfermera, sobre la marcha, me desdije.
Y es que hacía ya mucho que había dejado de seguir el protocolo de la nutrición en los bebés, ya que me había dado cuenta de que cada hijo es diferente, y que lo mejor era adecuarlo a esa personita que empezaba a descubrir el mundo y con muy poquito de vida, pero con una sabiduría innata, ya podía marcar sus ritmos de nutrición. (No te estoy recomendando que no sigas los protocolos marcados, sino que los personalices).
Cada uno somos único y llevamos inscrito todo lo que necesitamos para ser la mejor versión de nosotros mismos.
¡Pero hay tantas cosas que se nos van metiendo y van cargando la mochila!:
piedras, adornos, complementos que no nos pertenecen y poco a poco, de un modo sutil, desfiguran esa imagen original tan hermosa que somo cada un@. Me encanta esa frase que dice que “soy una estrella que brilla con luz propia”. Y es así.
Para que esa luz brille, la energía debe circular, moverse, estar vibrante, activa. No hay mejor momento para empezar que “ahora”.
¿Te gustaría ser de esas personas que se despiertan con una sonrisa, se ríen de verdad, no hacen un drama con lo que pasa, tienen capacidad resolutiva, son ingeniosas, además de que se hacen querer y se les echa a faltar cuando no están?
¿Que tienen energía para hacer deporte, sin importarles la edad, y además disfrutan aprendiendo temas nuevos, se siguen formando, participan en eventos, se cuidan y cuidan de los demás, etc? En fin, les va bien en la vida, no tanto por lo que “tienen” sino más bien por lo que “son”.
Estas personas no son fruto de un fluir natural, que les cae del cielo.
Son fruto de una decisión tomada con más o menos conciencia, pero tomada. Están dispuestas a que su energía circule, vibre, esté activa.
Salen de su zona de confort no una, sino muchas veces al día, y lo hacen con esa ilusión y curiosidad propia de los niños, expectantes en descubrir qué les está esperando nuevo.
¡Que emoción cuando retas a un pequeño a descubrir dónde está escondido el caramelo, en la mano derecha o en la izquierda!
Al final es cuestión de actitud y determinación.
Y para poder tener una actitud que nos abra a nuevos Mediterráneos y una determinación que no flaquee, contamos con muchos medios, muchas ayudas efectivas, que están a nuestra disposición, muy cerca.
Abrirse a nuevas experiencias es vital para seguir viviendo. La vida es un proceso, y aunque es cierto que el cuerpo es finito, la mente tiene la cualidad de transformarse, seguir evolucionando, y el corazón, más que eso: es eterno.
¡No te pares! Vale la pena sentir ese cosquilleo en lo más intimo del ser, que hace que todo se ponga en marcha.
Una vez me encontraba agotada.
Llevaba meses sin dormir más de tres horas seguidas, atendiendo a unos y otros. El médico que era muy sabio, me preguntó: ¿qué estás haciendo que te apetezca, como hobbie o actividad extraordinaria de tu rutina? Le miré con los ojos más que abiertos; ¿no se daba cuenta de que tenía tres pequeños, muy pequeños y cuatro más por encima,que no me dejaban un segundo para mí?
Cuidar a mis hijos es lo más bonito que he hecho en mi vida, un regalo que jamás podré agradecer lo suficiente, pero es cierto que es cansado, y en ese momento, estaba necesitada de horas de sueño.
Lo que me recetó fue que hiciera una lista con tres actividades nuevas que debía introducir en mi horario.
Debían pasar a formar parte de mi rutina y yo debía ser la protagonista, con la condición básica de que me tenían que hacer mucha ilusión.
No debían ser grandes cosas, como un viaje, o reformar la cocina. Más bien cositas normales, casi insignificantes, pero con las que debía vibrar.
Me puse a pensar extasiada.
Parecía que estábamos en dimensiones paralelas; pero estaba tan cansada que lo más práctico era en ese momento, obedecer y seguir lo que me decía.
Y le dije, con un suspiro, que me encantaría quedar con una amiga a tomar un café, tumbarme en la hamaca cuando cayera la tarde en el jardín, y comprarme unas sandalias de tacón.
No se me ocurrió nada más. Muy simple, pero realmente me apetecía y pensar en ello me arrancaba la sonrisa.
Así que salí de la consulta con la prescripción médica de vivir esas tres acciones.
Y una vez disfrutadas y vividas debía cambiarlas por otras tres y así sucesivamente durante tres meses.
Lo hice.
Cierto que confiaba en el médico que ya me había ayudado mucho en otras ocasiones, y como por arte de magia mi vida fue cambiando.
Ese panorama teñido a ratos de falta de sueño se fue diluyendo, y todo empezó a activarse de nuevo, y el cansancio desapareciendo.
Paradojas de la vida: haciendo más cosas, estaba mejor. Pero eran nuevas y vibraba con ellas.
Estos son algunos trucos que me ayudaron y que comparto contigo:
- Si te sientes cansado, aburrido, sea lo que sea, para. Stop.
- Si necesitas ayuda, pídela.
- Si quieres cuidar de los demás, cuida de ti también
- Bucea e identifica lo que te hace ilusión
- No es necesario grandes cosas: en lo sencillo se esconde una gran riqueza
- Ves viviendo esas pequeñas metas, que son mimos.
- El tercer día te costará menos que el primero y el séptimo menos que el tercero. En unos días, será rutina que te hará sonreír.
- Reconoce y disfruta del brillo que cada un@ tenemos
- Eres una estrella que brilla con luz propia: somos únic@s.
Hay allí fuera un Mediterráneo que te espera y tiene muchas sorpresas increíbles solo para ti. No dudes, lánzate y con la ilusión de un niño, experimenta. Es increíble.
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